jueves, 21 de marzo de 2013

Volantes y simuladores.

Hace aproximadamente un año y dos meses que me hice con un volante pata negra para “jugar” a diferentes simuladores o no tan simuladores, como el rfactor, el lfs o el forza 4.

Después de haberme gastado ese dineral y haber superado las críticas de mis familiares por comprarme un “juguete” de semejante precio puedo decir que ha merecido la pena haberlo comprado.
Estos juguetes para adultos pueden parecer un poco caros, pero si divides su precio entre las horas de uso su relación €/hora es irrisoria, y si añades el factor diversión al mes ya no te acuerdas lo que te costo.


Los precios varían bastante, dependen de la calidad que busques, un volante bueno es obligatorio que tenga la opción de usar 900º y FF (Force feedback), a partir de ahí existen mil combinaciones, pero eso es lo básico. Partiendo de esas dos obligaciones podemos encontrar desde unos 250€ los Logitech G27, por unos 380€ el Thrustmaster T500 RS y más arriba aún por 600€ tenemos el Fanatec CSR elite. 
La mayoría vienen con pedales y palanca de cambios que son necesarios para jugar, luego como opción hay gente que se monta un auténtico habitáculo casero o compra un playseat con baquet incluido (Incluso hay playseats con simulación de fuerzas G). Se puede recurrir también al mercado de segunda mano, aunque hay que tener ojo y valorar posibles caídas o desperfectos que alteren el funcionamiento, he estado ojeando y los míticos G25 rondan los 160€, un precio que merece la pena pagar por quemarse un rato cada día.

 Desde mi experiencia puedo decir que no solo me he divertido como un enano, también me ha ayudado a mejorar mi conducción, aunque parezca una tontería con un buen volante y un buen simulador se pueden aprender muchas cosas, obviamente no es lo mismo ir cruzado a 150km/h en la realidad que en un simulador (de agallas va el tema, y de manos), pero cuando digo mejorar no me refiero a que te convierta en un Ayrton Senna o un Walter Röhrl, me refiero a reflejos, manejo del volante y a conocer mejor las físicas por las que se rige un coche. Esta claro que nos dejamos muchas sensaciones por el camino: aceleraciones, frenadas, fuerzas G en general, pero también es cierto que a veces estos volantes ofrecen más información y más feedback que muchas de las direcciones asistidas modernas; quién no ha probado un volante que al moverse  parece que lo único que estas moviendo es el brazo. 

  
Donde más se nota la mejora a la hora de la conducción real es a la hora del manejo del volante, después de haber estado horas y horas haciendo el patoso con los brazos y las manos sobre el volante, al final se aprende y se mueve por fin como se debe, nada de cruzar los brazos, todos los movimientos de contravolante como manda la teoría, una buena colocación…

Ojo, que probablemente se aprenda más en una hora en un curso de conducción deportiva que en dos años con el volante, pero por lo menos algo se aprende, se va más confiado y con más idea de lo que hay que hacer en situaciones comprometidas.

Aunque en el simulador es verdad que al final contravolantear resulta pan comido, y la realidad no es tan fácil, el volante de un simulador es más pequeño y manejable que los volantes de la mayoría de los coches, lo que hace que todo sea más ágil y mucho más sencillo, sí además tienes en cuenta que no tienes miedo de pegarte una galleta, dar un poco más de gas o meter un poco más de ángulo a tus cruzadas no supondrá ningún problema.

Sin duda lo mejor de los simuladores es que puedes coger el coche que te apetezca en cada momento, puedes probar los coches con los que siempre has soñado y llevarlos al límite y todo sin temer por tu vida ni por tu bolsillo. O hacerte el infierno verde por debajo de los 8 minutos como si llevaras toda la vida corriendo allí


Aunque claro, conducir en la realidad sigue siendo conducir en la realidad, un placer que no tiene descripción posible, esa sensación de velocidad, de apurar una frenada, el tacto de una buena caja de cambios o el sonido del motor a 7000rpm no es igualable por ningún simulador por muy bueno que sea.

En definitiva a un volante y a un buen simulador los veo como una buena herramienta de diversión, incluso se puede aprender algo con ellos (dentro de sus posibilidades) y aunque no son comparables a un coche de verdad los recomiendo 100%.

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