En los años 90, la exitosa relación
Williams-Renault triunfaba en el mundo de la Formula 1, una sociedad
que marcaría una época dorada y se consolidaría como
el equipo más fuerte del campeonato conquistando cuatro
títulos mundiales de pilotos y cinco de constructores.
Pilotos como Ayrton
Senna, Alain Prost y Nigel Mansell tuvieron la oportunidad de pilotar
éstos monoplazas dejando en nuestra memoria maniobras históricas y
carreras que jamás caerán en el olvido. Su
ambición y sucesiva obtención de victorias, premios y récords
sirvieron para que moldearan un sello propio: vanguardistas del
asfalto.
Fruto
de ésta magnífica alianza, en 1992 Renault presentó el único
vehículo de calle con apellido Williams: el Clio. Inicialmente se
fabricarían tan sólo 2.500 unidades, el número mínimo que la FIA
exigía para poder homologarlo como vehículo de competición, ya que
Renault Sport tenía en mente trabajar con éste coche para competir
en la Fórmula 2 del Campeonato del Mundo de Rallies. Esta cifra,
debido al éxito de ventas aumentaría hasta colocarse por encima de
las 4.000 unidades producidas, no obstante, pocos son los afortunados
que poseen a día de hoy uno entre sus manos.
Este
mini-Gti se comercializaría como una edición
limitada que podemos distinguir por el color azul metalizado de su
carrocería heredado del del fabricante inglés de Fórmula 1
Williams y por las llantas de aleación Speedline doradas de 15
pulgadas que trae de serie. El cuerpo exterior se completa con dos
discretos anagramas dorados en los laterales y otro en la parte
posterior que reproducen el logotipo de la escudería británica.
Además éste deportivo posee un valor añadido para coleccionistas y
es que cada modelo incluye una placa en el salpicadero que identifica
cada unidad de ésta serie. Uno de los detalles exteriores más
interesantes y que lo caracterizan es la entrada de aire en el capó,
la misma que monta su hermano pequeño, el Clio 16 válvulas.
El
corazón del Williams está formado por un motor
de dos litros, 16v, con inyección electrónica y catalizado que
desarrolla una potencia de 147 cv que le permiten acelerar de 0 a 100
km/h en 7,5 segundos y alcanzar una velocidad máxima de casi 215
km/h. El motor está derivado del que monta el Clio 16v pero aumenta
su tamaño de 1.764 a 1.998 cc. Para ello, entre otras cosas se ha
aumentado el tamaño de los pistones y se ha incrementado la carrera
hasta los 93 mm. La culata está fabricada mediante un proceso
similar al utilizado en la Fórmula 1, resultó bastante frágil por
lo que algunas unidades presentaron fallos que provocan un consumo
excesivo de aceite. El consumo medio de gasolina está entorno a los
nueve kilómetro por litro en urbano y unos doce kilómetros por
litro a en autopista.
La
dureza de su suspensión
parece remar en contra de su confort, especialmente en calles
empedradas y terreno desparejo. En cambio se comporta de forma
brillante sobre el asfalto, donde su gran capacidad de viraje permite
dar trazadas muy precisas. Cuando se exige hasta sus límites al Clio
Williams la tendencia es subvirante, pero basta con un golpe de
dirección y un toque de acelerador para transformar a éste monstruo
en sobrevirante
En
cuanto a los frenos,
equipaba cuatro discos ventilados de 259 mm delante y de 238 mm
detrás que ofrecen una gran sensación de seguridad bajo cualquier
situación, un dato muy significativo teniendo en cuenta que no
incluye ABS, aunque favorece el frenado el hecho de que tan solo pese
990 kilogramos.
Una
auténtica bestia que para nada sacrifica estilo, confort, seguridad,
ingredientes básicos para una conducción placentera. La espaciosa
parte delantera del habitáculo ofrece una gran visibilidad, espejos
y elevalunas eléctricos y los famosos asientos del R-19 16 válvulas
tapizados en pelo gris y con el logotipo de Williams bordado en color
azul en el respaldo. Butacas realmente cómodas que agarran muy en
curvas cerradas, pues se trata de unidades de competición
perfectamente acolchadas con reposacabezas que recogen con comodidad
la cabeza del conductor. El espacio reservado para la parte trasera
es menor, además hay que tener en cuenta que al tratarse de una
versión de tres puertas tanto el acceso como la permanencia en el
interior no es tan agradable. El maletero como el de todo vehículo
de éste tamaño no es muy espacioso, está diseñado para
transportas pocos bultos, pero cabe la posibilidad de ampliarlo
recostando los asientos traseros.
El
panel de instrumentos está formado por esferas en color azul claro;
además de los relojes comunes a todos los Clios, velocímetro,
cuentarrevoluciones, indicador de combustible, de temperatura y nivel
de aceite, éste modelo incluye una consola central con tres relojes
más que señalan la presión y temperatura del aceite y el nivel de
lubricante del motor. También es muy bueno el tacto del volante
forrado en cuero, al igual que la caja de cambios de cinco
velocidades que se comporta de forma precisa y ágil y permite
estirar los cambios hasta las 6.500 rpm. Es curioso saber que el
coche se puede conducir sin problemas a 40 km/h en quinta velocidad
y acelerando sin ningún tirón o vibración, gracias al estupendo
torque y relación de la caja. Los cinturones azules son una
peculiaridad y el único aspecto negativo es la ausencia de aire
acondicionado, que no puede ser adosado al motor por falta de espacio
suficiente, pero que pasa a ser un detalle que queda en segundo plano
gracias a todas las demás ventajas que ofrece el vehículo.
Por
tanto, nos encontramos ante una leyenda del automovilismo, uno de los
pioneros en incorporar la tecnología de la la Fórmula 1 a la calle
y en definitiva un coche que refleja la historia de dos fabricantes
unidos por una misma causa: la pasión por la velocidad y las
carreras.
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