Siempre he sido muy reacio a los
motores diésel, pero después de que el BMW 123d pase por mis manos, debo
reconocer que ya no veo con tan malos ojos a los coches que se mueven con este
tipo de combustible. 204CV, dos turbos, 400Nm de par y propulsión, esos son los
ingredientes que hacen del 123d un diésel bastante entretenido. Pero antes de
nada, hablaré del aspecto de este coupé.
El Serie 1 de BMW siempre ha levantado cierta polémica en cuanto a su diseño exterior, tanto la primera generación – la que nos ocupa – como la actual. Personalmente no encuentro nada atractivo el modelo de 5 puertas, sin embargo, el coupé si me llama mucho la atención, tanto su versión normal como el descapotable. El coupé es el protagonista de esta prueba.
Quizás lo más característico de este coche es su
largo morro, que acaba en la clásica parrilla de BMW con forma de riñones. En
la parte de delante, las diferencias con la versión 5 puertas son nulas, donde
realmente cambia la cosa es detrás. Las dos puertas sin marco denotan que
estamos ante un auténtico coupé, así como la caída del techo – donde se
encuentra la ya típica antena de tiburón de BMW que queda a la perfección en
este Serie 1 – que acaba en una parte trasera con mucha personalidad, en la que
destaca un pequeño spoiler y un gran tubo de escape en el lado izquierdo. Las llantas
de cinco palos y 17 pulgadas que calza esta unidad pegan a la perfección con el
resto del conjunto. Es un diseño agresivo y deportivo, muy en la línea de lo
que nos tiene acostumbrados la marca de la hélice.
El interior es inconfundiblemente
BMW, muy sobrio, bien acabado y con todo orientado al conductor. Las plazas
delanteras son muy cómodas, y me ha gustado mucho la buena sujeción de los
asientos, sobre todo en la parte lumbar. Enseguida he encontrado una postura de
conducción cómoda, sin tener que tocar apenas los múltiples reglajes que tiene.
Las plazas traseras son pequeñas, es un coche con cuatro plazas homologadas,
pero las dos de atrás pueden ser algo incómodas para un par de adultos, sobre
todo en viajes largos, ya que una persona de cerca de 1,80 toca con la cabeza
en el techo. El maletero es más grande que en la versión 5 puertas, cuenta con
370 litros de volumen.
Ahora vamos con lo más
interesante del coche: el motor. Se trata de un cuatro cilindros biturbo de 1995cc que desarrolla 204CV y 400 Nm de
par, disponibles desde las 2.000 vueltas. Acelera de 0 a 100 km/h en 6,9 s,
alcanza 238 km/h de velocidad máxima y consume 5,2 l/100 km (138 g/km de CO2). En todo momento está presente la sensación de
que hay potencia de sobra, desde la zona baja del cuenta vueltas ya tenemos
disponible todo un torrente de par, al pisar el acelerador el coche empieza a
empujar con mucha fuerza, y lo sigue haciendo hasta que la aguja llega cerca de
la zona roja. El empuje es muy lineal, nada de brusquedades ni entrega de
potencia a lo bestia, simplemente hundes el acelerador y notas como los 204CV
propulsan a este coupé con firmeza. Puede que la sensación de velocidad no sea
muy alta, pero cuando quieres darte cuenta estás viajando a velocidades que
distan mucho de las legales.
Es un coche muy dócil, que anima
a la conducción tranquila con la seguridad de tener fuerza de sobra bajo el pie
derecho y saber que cuando sea necesario el coche va a responder a lo que le
pidamos. Con todo, no deja de ser un BMW, y por muy diésel que sea, estoy
seguro que hasta al más quemado le sacaría una sonrisa, por lo menos conmigo lo
ha hecho, y más de una vez. La propulsión es un factor clave a la hora de
pasárselo bien, es tan fácil como desconectar el control de tracción (DTC) y
acelerar a fondo a la salida de una curva para descolocar la trasera, aunque
las reacciones son bastante previsibles y es realmente difícil que el coche nos
ponga en una situación comprometida. El 123d y el 135i tienen una
particularidad en el DTC, y es que aunque lo desconectemos, es capaz de frenar
la rueda motriz con más deslizamiento, algo parecido a lo que se experimenta en
un coche con diferencial de deslizamiento limitado y con el control de
estabilidad desconectado.
La suspensión tiene un tarado más
bien deportivo, aunque no compromete para nada la comodidad. En general, se
traga los baches muy bien, y cuando toca exprimir más de lo normal al cuatro
cilindros biturbo, responde a la perfección, haciendo que el coche apenas se
balancee en las curvas y que podamos pasarlas a gran velocidad con total
tranquilidad. Parte de la culpa de esta buena estabilidad recae en los
neumáticos con medida 225R 45 montados sobre llantas de 17 pulgadas.
Uno de los puntos fuertes de este
modelo son los consumos, homologa 5,2 l/100 km (138 g/km de CO2). Sistemas como
el de parada y arranque automático (Start & Stop) ayudan a contener el gasto
de gasoil.
En definitiva, el BMW 123d es un
coche con el que la diversión está asegurada, tanto como la comodidad, y con el
que el bolsillo no sufrirá excesivamente a la hora de repostar en la
gasolinera, y más teniendo en cuenta sus prestaciones.
Le mando un saludo a Geovanny, muchas gracias por hacer posible la prueba.
Más sobre Bmw:
http://solobmwe36.blogspot.com
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Amén!!! Este coche, como tu ya bien sabes Alvarito, es una de mis debilidades junto a su hermano mayor serie 3.A ver que día me llevas a una de esas pruebas tuyas ;)
ResponderEliminarQuiero uno YA
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